Confieso que al principio no tenía la más mínima idea de qué se trataba Twitter. Otra red social más, pensé. Mi esposa ingresó, reservó mi nombre de usuario y listo, creó mi cuenta. Pero cuando ella intentó explicarme que era Twitter, fue complejo. Pueden imaginar lo complicado que es hacerlo a una persona que ha estado presa y por ende alejada de la tecnología por casi 10 años. Los saltos cuánticos siguieron dándose sin que yo tuviera oportunidad de ponerme al día. Para mí, esta herramienta social era demasiado abstracta. Sin embargo, y aunque pasaron meses hasta que redacté mi primera secuencia de tweets de manera continua, con el tiempo entendí perfectamente su sentido y ahora tengo más de 320.000 seguidores, solidarios, quienes apoyan causas justas, que como la mía, se dan a veces por perdidas.
Lamentablemente durante el juicio que se me siguió, no tuve la posibilidad de acceder a Twitter. Habría sido de muchísima utilidad informarle al país y al mundo entero, sobre lo que estaba sucediendo en contra de venezolanos inocentes. Y es precisamente en el mundo ciberespacial, donde a través de Twitter, la voz de los presos, perseguidos y exiliados políticos venezolanos, se ha escuchado sin fronteras, llegando mi mensaje diario, de menos de 140 caracteres, a lugares donde nunca pensé que podía tener un amigo.
Twitter ha permitido que la causa de la persecución política venezolana, sea conocida, casi en tiempo real, con todos sus detalles. La gente está informada sobre la falta de autonomía e independencia del Poder Judicial venezolano y el uso del sistema de Administración de Justicia para la persecución de la disidencia que padecemos cientos de venezolanos, opuestos al régimen chavista.
Es imprescindible resaltar la importancia de las redes digitales en los cambios sociales que ha sufrido recientemente el mundo: tenemos los casos de países árabes y el caso del movimiento español, donde vemos cómo la Democracia se fortalece con estas herramientas. Definitivamente, la opinión pública dejó de ser un concepto nebuloso, para convertirse en millones de usuarios con nombres y apellidos que alzan su voz de protesta ante los abusos de los actores del Status Quo. Los poderosos le temen a la revolución de la libertad de expresión que se ha desatado con las redes sociales. Así recordemos el caso de Libia, donde el régimen suspendió Internet por 6 meses y actualmente en Venezuela donde las redes sociales se han encargado de complementar los pocos espacios informativos que deja la censura y han sido los protagonistas principales de la inmediatez de la información desde que se intensificaron las protestas estudiantiles en contra del régimen de Nicolás Maduro. De no existir las redes sociales, sería muy difícil y casi imposible saber lo que está sucediendo en tiempo real en nuestro país. Gracias a millones de usuarios que comparten sus videos y fotos a través de Twitter, Instagram, Facebook, entre otras, es que los medios internacionales han podido informar y mostrarle al mundo lo que sucede en Venezuela.
Sin lugar a dudas a través de Twitter se ha fortalecido el activismo en la lucha por la defensa de los derechos humanos en Venezuela, en el esfuerzo incansable para obtener la libertad de nuestro país, de nuestros hijos y la de todos aquellos, quienes debemos dormir tras las rejas, injustamente. Twitter se ha convertido, en el eco de las palabras de los oprimidos venezolanos, gritándole al mundo la necesidad de justicia que claman nuestras familias.
Venezuela reclama paz, convivencia democrática, libertad, justicia social y respeto a la disidencia. Ahora es necesario seguir luchando al servicio de la paz y del funcionamiento democrático de la sociedad venezolana y gracias a Twitter, y al resto de las redes sociales, millones de ciudadanos del mundo, nos hacen entender que no estamos solos en esta batalla.