Human Rights Watch documentó 45 casos de atropellos durante el ciclo de protestas que comenzó en febrero. “En al menos 10 casos la combinación de tácticas abusivas empleadas por miembros de las fuerzas de seguridad constituyó tortura”, se precisa.
La organización no gubernamental divulgó ayer un informe de 103 páginas, titulado “Castigados por protestar”. Es el resultado de una investigación desarrollada en marzo en Caracas, Miranda, Carabobo y Lara.
“Miembros de los cuerpos de seguridad han recurrido a un uso ilegítimo de la fuerza en respuesta a manifestaciones contra el gobierno, y han golpeado brutalmente y disparado a quemarropa a manifestantes que no estaban armados”, se afirma en el documento.
“No se trata de incidentes aislados –asegura José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch– ni de excesos de algunos agentes insubordinados. Por el contrario, forman parte de un patrón alarmante de abusos que representa la crisis más grave que hemos presenciado en Venezuela en años”.
Se indica que las víctimas fueron detenidas arbitrariamente y recluidas hasta más de 48 horas, incluso en establecimientos militares: “Allí sufrieron nuevos abusos, como violentas golpizas, descargas eléctricas o quemaduras. A numerosos detenidos con lesiones graves, como heridas de perdigones y fracturas provocadas por golpizas, se les negó el acceso a atención médica, o bien esto fue demorado, lo cual exacerbó su sufrimiento, a pesar de sus reiterados reclamos solicitando tratamiento médico. En varios casos, guardias nacionales y policías también sometieron a detenidos a severos abusos psicológicos, que incluyeron amenazas de muerte y violación sexual”.
HRW, señala en el informe, confirmó las denuncias sobre la actuación ilegal de grupos civiles armados afectos al oficialismo: “Integrantes de las fuerzas de seguridad también permitieron que pandillas armadas partidarias del gobierno atacaran a civiles que no estaban armados y en algunos casos colaboraron abiertamente con ellas”.
“¿Te duele?”Juan Sánchez, de 22 años de edad, fue detenido por la GNB el 5 de marzo. Lo golpearon y le dispararon perdigones a quemarropa en el muslo derecho. Uno de los guardias le dijo: "Por fin nos dieron uno. Él será nuestro trofeo para que estos mocosos dejen de joder". La víctima fue llevada a una instalación militar, donde la obligaron a quitarse la ropa. Un soldado le preguntó: "¿Te duele?" e insertó su dedo en la herida abierta varias veces. Tres guardias lo esposaron a un poste de metal, le dieron descargas eléctricas en dos ocasiones y le exigieron que les dijera quiénes eran sus cómplices. En un patio lo obligaron a pelear con uno de ellos, mientras que el resto miraba, riendo y animando