7 ago 2014

Nuevo régimen penitenciario pone a pasar hambre a los presos

Hay establecimientos carcelarios donde se les prohíbe a las madres y esposas llevar alimentos a sus familiares | Foto Raúl romero / Archivo

Un recluso de Rodeo III pasó de la talla 42 de pantalón a la 28 en 8 meses. Su esposa cuenta que desde el 17 de noviembre de 2013 su pareja ha tenido ese cambio drástico en la apariencia. En esa fecha implementaron en el penal lo que se ha llamado Régimen Penitenciario, bajo el cual no permiten llevar víveres ni alimentos a los reos, por lo que dependen de la comida que les den en el centro.
“En la cárcel no les están dando suficiente comida, y el agua y los alimentos que les suministran no están en buenas condiciones. Mi esposo está demasiado delgado. Si les dan arroz, son 100 gramos y la misma cantidad de pollo y carne. Solo me dejan llevarle una comida al mes. Antes le llevaba sus jugos, alimentos y chucherías. No sabemos cuántos kilos ha bajado, pero el cálculo lo hacemos por las tallas de la ropa. Cuando lo vemos nos provoca llorar, pero no podemos hacerlo sentir mal”, dijo la mujer.
La madre de un recluso de Uribana da un testimonio similar: “Desde hace seis meses mi hijo está como un lápiz. A veces les dan una sola comida y lo lamentable es que no nos permiten pasarles víveres ni productos crudos para que cocinen allí adentro, pues las autoridades aseguran que los familiares de los presos pasamos droga en los alimentos”.
A mediados de junio la ministra de Servicios Penitenciario, Iris Varela, informó que el nuevo Régimen Penitenciario, que obliga a los reos a utilizar uniformes –amarillo los hombres y fucsia las mujeres–, hacer formación militar, someterse a requisas diarias y pase de lista, y prohíbe que los familiares lleven alimentos,  se aplica en 14 de los 50 centros de reclusión del país. El plan, que busca restituir el orden y la disciplina en los penales, tiene sus cuestionamientos.
El director del Observatorio Venezolano de Prisiones, Humberto Prado, calcula que de acuerdo con los sondeos que han realizado y las denuncias que reciben 60% de los presos no recibe la comida de las cárceles.
“Es un nuevo régimen que irrespeta los derechos humanos de los detenidos. La alimentación se tiene que calcular con lo que diga un nutricionista. Y también podría haber indicios de corrupción porque si solo 40% de los reclusos consume la comida que dan en los penales, ¿quién se queda con el resto del presupuesto? Se debe evaluar que la alimentación que les dan no es lo que representa el monto aprobado”, advirtió.
En el informe anual 2013 del OVP se detalla que, de acuerdo con el presupuesto aprobado para ese año, el Ministerio de Servicio Penitenciario invirtió 14 bolívares diarios en la comida de los privados de libertad. Además, dan cuenta de que el hacinamiento creció 20%, por el cierre de varios centros penitenciarios.
La Memoria y Cuenta 2013 del Ministerio de Servicio Penitenciario no discrimina cuánto dinero está estipulado para la alimentación de los reclusos. Solo hace referencia al programa  “Adecuadas condiciones de reclusión”, que tiene la finalidad de dar continuidad a los proyectos de infraestructura, suministrar alimentos, vestido, higiene y servicios a la población de privados de libertad, así como también brindar seguridad en los penales y garantizar la dotación e insumos al personal de custodia.
Ese plan recibió 1.723.630.931,78 bolívares. “La alimentación diaria de un interno cuesta 270 bolívares aproximadamente, por lo que se requieren 255 bolívares más para garantizar las 3 comidas”, explicó Prado.
El director de la ONG Una Ventana a la Libertad, Carlos Nieto Palma, asegura que la población penitenciaria no está recibiendo la alimentación necesaria: “Dicen que de las tres comidas les están dando dos: el desayuno, entre 9:00 y 10:00 de la mañana, y otra entre 3:00 y 4:00 de la tarde. Ya no les dan fruta ni jugo. Si les sirven arroz con pollo no ven el pollo”.
“Mi sueldo se lo dejo a mi hijo”
En el penal Yare I no han implementado el nuevo Régimen Penitenciario y los familiares de los presos aún se las ingenian para evitar que sus parientes ingieran la comida que preparan en el centro. La madre de un recluso, que trabaja como doméstica, gasta 4.000 bolívares mensuales para llevarle alimentos a su hijo. “Mi sueldo es de 5.200 bolívares y semanalmente invierto 1.000 bolívares para llevarle comida a mi hijo todos los sábados. Le llevo pollo, carne molida, arroz, charcutería, harina, azúcar, aceite, mantequilla y los implementos de uso personal para que no pase tanto trabajo”, precisó la mujer.
El Dato
El Observatorio Venezolano de Prisiones calcula que 12.000 presos en detención preventiva, distribuidos en comisarías, divisiones de capturas y policías municipales, no reciben atención médica ni alimentación del Estado.