La Razón/ND
Para la mayoría de los venezolanos el nombre de Lorent Saleh no les dice nada. Quizás el escándalo de los últimos días sobre la entrega de él y Gabriel Vallés en bandeja de plata al gobierno venezolano por parte del gobierno colombiano haya llamado un poco la atención al venezolano de a pie.
Para la mayoría de los venezolanos el nombre de Lorent Saleh no les dice nada. Quizás el escándalo de los últimos días sobre la entrega de él y Gabriel Vallés en bandeja de plata al gobierno venezolano por parte del gobierno colombiano haya llamado un poco la atención al venezolano de a pie.
Lorent saleh no es un muchacho común y corriente. Es además de inteligente y valiente, un activista y político nato, de esos que desde chiquitos están hablando de temas sobre la convivencia mundial y las sociedades, mientras sus compañeritos estaban pensando en jugar futbol o jugar PlayStation. Así creció y así lo conocí. Él forma parte de esta nueva generación de jóvenes que se han desarrollado en una Venezuela llena de conflictos políticos, sociales y económicos, y que casi no guardan en su memoria otra cosa que no sea la cara del fallecido presidente Chávez en sus interminables cadenas y todo lo que su revolución del siglo XXI le trajo a Venezuela.
Pero Saleh como otros de su generación, decidió no ser indiferente a lo que veía y vivía, y asumió un trabajo de concientización, de activismo por la democracia y los derechos humanos que si todos los venezolanos demócratas y amantes de la libertad la hubieran asumido con el mismo ímpetu, constancia, valor y fuerza, hoy no estuviéramos padeciendo este cáncer ideológico y personalista que está destruyendo los valores de nuestro pueblo.
Lorent Saleh participó en las huelgas de hambre que se llevaron a cabo en los años 2009 y 2010 por los presos políticos venezolanos, y que se originaron por la reclusión de Julio Rivas, joven que para aquel entonces tenía 22 años, en una cárcel de máxima seguridad, a raíz de una marcha que transcurriera en el centro de Caracas y que fue repelida por la fuerza pública. En la huelga de hambre del 2010, Saleh logró contactar directamente a quien para entonces era Ministro de Interior y Justicia Tarek El Aissami a través de su cuenta twitter, y esto produjo un primer acercamiento que luego terminaría -después de un gran esfuerzo de todos los que estuvieron involucrados de una u otra forma en dicha protesta pacífica- en una negociación con el gobierno venezolano que logró la liberación para aquel entonces de 7 presos políticos y las medidas humanitarias de otros tres.
A raíz de su activismo en defensa de los injustamente encarcelados por motivos políticos y de los derechos humanos, Lorent Saleh fue víctima de múltiples agresiones, no solo por parte de la fuerza pública, sino por las bandas armadas simpatizantes del gobierno. En Barinas por ejemplo, fue objeto de un ataque violento por parte de la policía regional, golpeado por aproximadamente 20 funcionarios que le propinaron golpes con las cachas de las armas, además de golpes y patadas. La justicia venezolana le tiene montado un juicio en el estado Carabobo por participar en protestas de calle, acusándolo de instigación e intimidación al orden público, incertidumbre pública y divulgación de información falsa. Por ello tenia medida cautelar de presentación, y su incumplimiento es el motivo por el cual lo han encarcelado luego de que el gobierno colombiano lo entregara al gobierno venezolano.
Lorent Saleh había decidido salir del país, no solo por la férrea persecución en su contra por parte de las autoridades, sino que temía, con motivos sobrados, por su vida y la de su familia. Muchas pueden ser las razones por las cuales Saleh no solicitó refugio o protección por parte del gobierno Colombiano, o de algún otro país donde haya estado, pero sólo el que transita por tan difícil situación puede saber lo que significa realizar dicho trámite, entregar su pasaporte y no poder volver más nunca a su patria, hasta que el gobierno que lo persigue cese en sus funciones. Creo que, como parte de su equipo de defensa, pude conocerlo lo suficiente para afirmar hoy que la libertad de movimiento para su activismo en pro de los valores democráticos y los derechos humanos de su país, trabajo que expandió por toda Latinoamérica, lo llevaron a meditar mucho sobre la solicitud de asilo y abstenerse de hacerlo.
También creo que la juventud de Lorent Saleh no le permitió ver el tamaño del monstruo claramente y de cómo se han extendido sus tentáculos, y nunca imaginó que el gobierno colombiano lo entregaría en bandeja de plata al gobierno venezolano, nada más y nada menos que en las manos de la policía política SEBIN, tan temida por ser una de las fuerzas públicas que han torturado y maltratado a nuestros muchachos. El gobierno colombiano violó así, cualquier convenio internacional sobre el trato que debe darse a los perseguidos políticos de otros países que se encuentran en su territorio, y lo entregó sin orden de captura internacional y sin ningún proceso interno que pudiera darle a Lorent Saleh el derecho a la defensa.
Eran otros los tiempos en los que Venezuela fue refugio para perseguidos de países hermanos. Cuando éramos un país libre y pujante y nuestros valores democráticos nos permitían solidarizarnos con los perseguidos de dictaduras de la región. Hoy, vergonzosamente, los gobiernos Latinoamericanos le han dado la espalda a los venezolanos demócratas. Bien lo describe un dicho que dice: Poderoso caballero es don dinero…y además le agregaría…y las conveniencias personalistas que adornan a los gobiernos de la región.