Muchos lectores me piden mi opinión sobre el vil asesinato del joven diputado Robert Serra, en primer lugar quiero expresar que no soy investigador criminal de homicidios del CICPC, actúo como analista de políticas publicas, no soy analista de homicidios para estar haciendo señalamientos irresponsables, cosa esta que le corresponde únicamente a la policía científica venezolana.
Los grandes crímenes semanales en Venezuela, junto a los asesinos se han consolidado como una superestructura, reflejando la descomposición social del país, así como el termómetro refleja la temperatura de un paciente enfermo con la Chikungunya. El asesinato del diputado Serra, no puede pasar a los anales más negros de la violencia criminal del hampa común, y del hampa política, en este principio del siglo XXI, de la Venezuela más siniestra, a consecuencia de la impunidad más ruin de la politiquería.
El CICPC como policía científica, aplicando la técnica criminalística, debe funcionar de manera eficiente desechando los señalamientos de los investigadores politiqueros. La policía científica debe atenerse a “los hechos”. Los policías científicos, son los únicos autorizados para hablar de “evidencias”, es decir de los hechos en forma clara, y transparente que no sean tan necesarios explicarlos a la opinión publica cuando son hechos muy evidentes, para presentarlos a los fiscales y jueces.
Cuando se dan informaciones irresponsables, los hechos dejan de ser evidentes, por lo que a los policías del CICPC tienen que preguntarles los periodistas: ¿Cómo van las investigaciones?, ¿a quiénes investigan?, ¿a quienes buscan? Para que puedan hablar de “pruebas” ya que las pruebas hay que buscarlas. Las pruebas no sólo son parte de la investigación criminal, sino también de la voluntad para esclarecer este caso de forma responsable, en los señalamientos politiqueros irresponsables no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Por lo tanto, el único crimen perfecto que existe es el que da la impunidad aunado también a la hipocresía politiquera y a los señalamientos irresponsables.
A los politiqueros les encanta hacer acusaciones sin fundamentos, pero se pasan ocultando la ola de asesinatos semanales, es decir, hablan de los “crímenes” que les da la gana. Por eso se consideran como parte de “la autoridad”, porque funcionan como policías, fiscales y jueces, y se consideran parte de los que ejercen el poder, pasando por alto todo aquello que no les interesa que se sepa. Las investigaciones criminales deben de estar alejadas, de la política, y de las ideologías, no tienen que tener conexión con esto, porque si no el hampa continuará con licencia para matar.
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