El 5 de mayo de 2014 el país se
encontraba en plena ola de protestas en contra del gobierno de Nicolás
Maduro. Ese día a las 7:15 de la mañana Andrés León estaba el lugar y el momento equivocado; en la urbanización Tazajal, de Valencia (Carabobo),
tratando de auxiliar a su madre, quien estaba varada en la zona de
enfrentamiento entre manifestantes y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
Mientras ideaba la manera de entrar en
las residencias, se apostó en una esquina junto a un grupo de
aproximadamente 16 personas, cuando inesperadamente recibieron la
arremetida de uno de los contingentes de la GNB que se
percató del tumulto de personas. “Corrimos desesperados y recibimos
perdigonazos, en ese momento ya en mi cuerpo habían 15 hoyos desde el
hombro hasta el muslo izquierdo”, relató Andrés León.
Perdió contacto con su mamá, y mientras corría tratando de escapar fue interceptado por un funcionario de la GNB,
que identificó como teniente coronel, Frank Osuna, jefe de la comisión
represora – de quien dijo – “me empujó y me lanzó dos perdigonazos a
quemarropa que quedaron alojados a pocos milímetros de mis pulmones”.
“Tendrás que matarnos a todos”
“Si el se muere aquí, tendrás que
matarnos a todos porque te vamos a acusar”, exclamó León, para
posteriormente lograr la movilización del joven agonizante, a quien
“dejaron tirado” en la entrada del Hospital Metropolitano del Norte;
mientras que el era llevado al Destacamento 24 de la GNB en Naguanagua, Carabobo.
En una celda de tres metros de largo por tres de ancho ingresaron las 16 personas detenidas en Tazajal; el recibimiento de los efectivos de la GNB
fue una bomba lacrimógena que lanzaron dentro de la celda para aturdir a
los detenidos. “Nos empezaron a sacar a uno por uno, y a mi me llevaron
a la parte de atrás donde estaban los aires acondicionados del
Destacamento, ahí me esposaron a las rejas de la ventana y empezó el
interrogatorio”, contó.
“Di que trabajas para Capriles y te dejamos libre”
Con fotos de dirigentes opositores como: Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López, María Corina Machado y el ahora diputado, Marco Bozo, los GNB interrogaron a León aplicando la brutalidad.
El tono de voz de Andrés cambia, la
serenidad inicial ahora suena a impotencia cuando dice: “Tomaron un bate
de madera y lo forraron con goma espuma, con eso me golpeaban muy
fuerte por las costillas y me exigían los nombres de los supuestos jefes
políticos que me pagaron por manifestar. No tenía nada que decir. No
estaba manifestando, ni conocía personalmente a ningunos de los
políticos que me mostraban en las fotos”.
Al lado de los efectivos – especifica el
ex preso político- se encontraba un hombre grabando los ataques,
mientras un guardia le decía: “Di que trabajas para Capriles
y te dejamos libre; si hablas te ayudamos a salir del país”. Como
Andrés insistió en que no conocía a los opositores, lo dejaron alrededor
de 12 horas amarrado, mientras sus costillas rotas, laceraciones y
perdigonazos complicaban su estado de salud.
La Defensoría del Pueblo obligó su
traslado a un centro hospitalario, y fue recluido en el mismo hospital
donde horas antes habían dejado a Kevin Gómez, quien debido a que fue estabilizado por los médicos, fue buscado por la GNB para ser llevado detenido al ya siniestro Destacamento 24.
Andrés ingresó por seis días en terapia
intensiva, para luego ser hospitalizado por 30 más debido a la cantidad
de golpes que había recibido. Durante su hospitalización se le dicta
medida privativa de libertad y es trasladado a la Comandancia General de
la Policía de Carabobo como centro de reclusión. “El
primer día que llegué me encontré con el cadáver de un hombre en la
celda; horas después hubo un motín y fuimos golpeados por los policías”,
relata.
Cuando pensó que lo peor había pasado,
tres días después de ingresar a la Comandancia hubo otro motín con
peores resultados. “Esta vez los golpes fueron más brutales, me vuelven a
romper las costillas y me dejan en condiciones precarias”. Su situación
ocasionó una mudanza de celda. “Improvisaron una debajo de las
escaleras de la Comandancia, en el cuarto donde estaba el tablero de la
electricidad de alto voltaje”.
En ese “hueco”, como lo llama,
permaneció poco más de 11 meses, sin más luz artificial que una pequeña
lámpara que su familia logró ingresar al lugar, una colchoneta y
montañas de libros, mientras lidiaba con maltrato psicológico, igual o
peor que muchos de los golpes que había recibido durante meses.
“Me escupían la comida, solo podía ir al
baño a las 6:00 am y las 8:00 pm, no me dejaban salir al patio y muchas
veces dormí sentado y esposado. Decían yo era un guarimbero que se
podía escapar”, señala, agregando una larga lista de palabras
impublicables que le gritaban con regularidad.
Tras 14 meses en la Comandancia y más de
16 audiencias diferidas, se le dicta arresto domiciliario por 11 meses,
hasta que en mayo de 2016 logró su libertad plena por no existir
pruebas en su contra.
Cadena de abusos
Al finalizar las protestas y luego de una larga lista de denuncias de abusos de autoridad, Provea, a través del Informe Venezuela 14: Protestas y Violaciones de DDHH documentó una realidad de excesos, ausencia de Estado de derecho e impunidad.
El documento señala que la GNB
“fue responsable de causar heridas y/o lesiones a 333 personas en el
contexto de manifestaciones en 2014 lo representó un 38,9% de la cifra
total de heridos y/o lesionados”; a esos datos agregaron: “muchas de las
heridas causadas por el uso de perdigones fueron realizadas a
quemarropa y dirigidas a generar el mayor daño posible a las personas”.
Durante las protestas de hace dos años el informe recoge que se registraron más de 150 casos de torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes cometidas contra manifestantes detenidos en distintas ciudades .
Entre los maltratos físicos más reportados los golpes con puños y patadas fueron los más frecuentes, detalla Provea
en su informe: “se registraron también golpes con las cachas de armas
cortas o culatazos con arma larga, en ocasiones, de manera repetida”.
Sobre tortura
psicológica, el documento reseña: “en al menos cuatro casos, a los
detenidos se les hizo escuchar los golpes y gritos que se producían en
otra habitación donde otra persona estaba siendo sometida a maltratos o torturas”.