9 ago 2016

Mi hijo es inocente

MARIANA REYES DE AQUI Y ALLA  Por: Mariana Reyes/Caraota Digital.- 

Hablar con la señora Yamileh Saleh, madre del dirigente juvenil Lorent Saleh, es hablar de la cara más cruel e innoble del gobierno venezolano. Es el encuentro con uno de los testimonios más oscuros de este período político de nuestro país.

Lorent Saleh lleva casi dos años detenido. Desde que el gobierno colombiano lo entregó al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional ha permanecido en el sótano 5 de la sede del Sebin de Plaza Venezuela, bajo las peores condiciones de reclusión denunciadas por los presos políticos.

Estos calabozos son por si mismos un escenario de tortura física y sicológica, según aseguran los familiares de Saleh, Gabriel Valles y Juan Miguel de Sousa, todos encerrados en La Tumba. Durante 8 meses Lorent y sus compañeros estuvieron sometidos a la estrechez de las celdas 2×3, con intensa luz blanca las 24 horas del día, bajo temperaturas mínimas y con racionamiento de luz solar a unos pocos minutos semanales. Además del aislamiento prolongado, la privación del sueño y privación sensorial, los familiares deben hacerle frente a las consecuencias físicas, sicológicas y emocionales producto de estas condiciones de reclusión.

La señora Yamileh ha compartido públicamente que su hijo ha querido quitarse la vida en dos oportunidades. Que no recibe atención médica y que le cuesta conseguir motivación. Según ella, las gestiones de la Defensoría del Pueblo han sido inútiles en la búsqueda de atención de salud adecuada que le permitan a Lorent mitigar las consecuencias no solo de ese tipo de encierro, sino por la desesperanza de que en casi dos años de reclusión no se haya celebrado siquiera la audiencia preliminar, tras haber sido diferida en veinticinco oportunidades.

La señora Yamileh ha visto pasar el tiempo a través de la fortaleza de Lorent. En él encuentra esperanza y aplomo para renovar todos los días la lucha por la libertad de su hijo, que en realidad comienza por intentar lograr condiciones de reclusion más dignas. Pero uno de los aspectos más duros ha sido descubrir el lado ingrato y egoísta de la política. Dice que se ha sentido muy sola. Que el caso de su hijo despierta más atención en el exterior que dentro de Venezuela. Lamenta la falta de solidaridad de la opinión pública y de los líderes opositores frente a la causa de los presos políticos. Por eso su decepción no es exclusiva contra quienes hoy dirigen al país. “Hasta en el Vaticano me recibieron, gracias a un viaje que pude hacer con el apoyo de una ONG internacional”.

La Tumba es un monumento al irrespeto humano, un capítulo deplorable que servirá de insumo para los expedientes por crímenes de lesa humanidad que algún día enfrentarán sus responsables. Mientras tanto, la señora Yamileh hace lo que está a su alcance por intentar demostrar la inocencia de Lorent, tratando de reconstruir la reputación de su hijo, que asegura ha sido destruida a través de campañas de descrédito promovidas por el gobierno.