El
Mundo.es.- Cuando, en 2016, el hispanovenezolano Yon Goicoechea y su familia regresaron de España
a Venezuela, no imaginaron que sus vidas cambiarían drásticamente. Pasaron de
vivir juntos en Rivas Vaciamadrid, de que sus hijos españoles -de 8 y 5 años de
edad- sólo se ocuparan de estudiar en el colegio Luyfe Rivas, de que los
esposos atendieran 'La Pastería', un restaurante ubicado en la calle madrileña
de Fernán González; a vivir separados, a que sus hijos visitaran a su padre en
los calabozos del servicio de Inteligencia venezolano y a que el padre se convirtiera en uno de los más de 303 presos
políticos que, hasta este viernes, se contabilizaban en el país suramericano.
Diez
años atrás, el 27 de mayo de 2007, el todavía estudiante de Derecho en la
jesuita Universidad Católica Andrés Bello, se convirtió en uno de los líderes
del recién nacido Movimiento Estudiantil. Encabezó la oleada de protestas que
se desató entonces en Venezuela, después de que el ex
presidente Hugo Chávezdecidiera no renovar la concesión a
uno de los medios más críticos a su Gobierno:Radio Caracas Televisión. Ese mismo año, el
movimiento de manos blancas que representó fue un factor fundamental en la
derrota de la reforma constitucional, con la que entonces Chávez pretendía
acumular poder.
Tras haberse retirado de la política unos
años, para formarse en los Estados Unidos y en España, Goicoechea regresó a su
país de nacimiento el 17 de junio de 2016. Dos meses después, días antes de una
de las protestas de oposición más grandes que ha habido en Venezuela en los
últimos años: la Toma de Caracas, del 1 de septiembre de
2016; Goicoechea fue detenido arbitrariamente en una de las principales
autopistas de la capital. El diputado oficialista, Diosdado Cabello, dijo que
supuestamente le encontraron "cordones detonantes" para explosivos. Human
Rights Watch y Amnistía Internacional han exigido, sin éxito, su liberación.
Entre
irregularidades y pese a tener una medida cautelar de libertad desde octubre
del año pasado, Goicoechea cumple este lunes nueve meses en El Helicoide, sede
del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). En las dos horas diarias que dedica a la escritura contesta
algunas preguntas que EL MUNDO le hace llegar a través de sus abogados.
Y no es lo único que escribe. Según anunció a este diario, pronto pretende
publicar un libro con un compendio de 20 temas de actualidad política, que ha
seleccionado en compañía de una colega española.
Lo
hace desde una celda de unos 12 metros cuadrados, sin entrada de luz ni
ventilación natural, que comparte con otras tres personas, cuyas identidades
quiso resguardar. En el cuarto hay dos literas de hierro, una mesa de plástico
blanca y seis bancos del mismo material. Goicoechea tiene una pequeña cava y
una maleta con ropa y artículos personales. Entre ellos están los dos libros
que lee ahora: 'La biografía de Benjamin Franklin', escrita por Walter
Isaakson; y 'Six Days of War', de Michael B. Oren.
¿En qué estado físico y mental se
encuentra?
Estoy bien.
El día que me detuvieron le pedí a Dios que me compensara con dos días más de
vida, por cada día de prisión injusta. Ese día dejé de fumar y empecé a hacer
ejercicios en mi celda. Gracias a mi familia me alimento bien. Lo único que
empiezo a sentir es la pesadez de estar encerrado sin luz ni ventilación
natural y los desórdenes en la rutina de sueño, porque el cuerpo no identifica
cuándo es de noche o de día. Por otra parte, me he esforzado por mantener mi
mente libre de trampas y la mayoría del tiempo lo logro. Leo, escribo, converso
lo que puedo, escucho música cuando puedo y trato de no compadecerme
recurrentemente y de no odiar demasiado. Creo que me ayuda el hecho
de que yo no estoy preso por una trivialidad, sino que mi circunstancia es
parte de una lucha de la que estoy orgulloso y a la que he dedicado mi vida.
Eso me hace sentir que, pese a toda la asfixia y todo el temor, estoy
cumpliendo con mi misión en la vida.
¿Ha cambiado algo en su encierro desde que
inició esta nueva oleada de protestas en Venezuela?
Sí, me
cambiaron de celda y ahora no puedo ver la luz de sol. Se han cancelado las visitas
de mis familiares y abogados en varias oportunidades. Las salidas al sol (que
usualmente son dos veces por semana, por espacio de una hora) se han reducido.
¿Qué es lo que más le afecta de estar
preso?
Estar lejos
de mis hijos y de mi mujer. Verlos sufrir. Sentir a Rosaura (esposa)
tan angustiada. Quedarme paralizado viendo cómo se alejan mis niños lindos, de
espaldas, por este pasillo cutre de rejas infinitas. Es como si a cada paso que
dieran me desgarrara el cuerpo. Me quedo muy mal cuando marchan. Y me da miedo
no saber si los podré criar o si me perderé toda su infancia, porque estos años
no regresan. Sólo un pensamiento me atormenta a diario y es
estar ausente en mi casa. Quizás algún día los pueda compensar o
quizás aprendan a vivir con su dolor y a entender que estoy aquí por una causa
justa.
Hace un mes, el PP reveló una información
de una carta que envió a su vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, en la
que usted denuncia torturas en El Helicoide. ¿Persisten pese a que lo hizo
público?
Yo, salvo los
tratos crueles, la desaparición forzosa, el aislamiento y la incomunicación de
las primeras semanas, no he sido torturado. Sin embargo, como señalé en la
carta, he tenido que presenciar torturas con una frecuencia de una vez
por semana, aproximadamente. Ahora, en esta nueva celda, es mucho
menos. He visto golpear, asfixiar con bolsas en la cabeza, electrificar e
inmovilizar a detenidos. Tengo la triste experiencia de ver el grado de maldad
al que puede llegar un ser humano por inconsciencia. Conmigo se cuidaban de golpear a los políticos abiertamente.
No he visto a ningún político ser golpeado, aunque sí he visto las marcas y he
escuchado los testimonios. En primera persona, he presenciado torturas de
presos por delitos comunes.
En 2007, usted fue uno de los líderes del
Movimiento Estudiantil que encabezó las protestas por el cierre de Radio
Caracas Televisión. La situación de los medios ha empeorado en los últimos 10
años: han cerrado más medios, otros han sido comprados, otros están asfixiados
y los demás se autocensuran por el peso de la ley y las amenazan. El sábado
protestaron en las calles precisamente por la libertad de expresión. Esta vez
no podrá acompañarlos, como hace 10 años.
El cierre
de RCTV marcó
un hito en el Gobierno de Chávez. A partir de entonces la autocensura operó
masivamente y la mitad más humilde del país dejó de recibir mensajes de la
oposición. Porque al no estar conectada a internet, ni tener el hábito de la
lectura diaria de la prensa, sólo acceden a la televisión y la radio. El Gobierno se cuidó de mantener la existencia de medios privados,
pero reservándose la prerrogativa de censurar contenidos, remover
periodistas y bloquear a determinados actores políticos. De esta forma, en
Venezuela hay espacios para decir que existen dificultades en los hospitales
públicos, pero no para informar sobre los grandes casos de corrupción o sobre
casos que puedan generar conmoción pública y desestabilizar el sistema. El modelo de control de los medios del chavismo es una obra
inteligente y sofisticada. Y sería imposible de mantener si RCTV
estuviera abierta, porque sus dueños y sus periodistas decidieron no callar.
A diferencia de hace 10 años, en las
protestas que comenzaron en abril y aún persisten, el Movimiento Estudiantil no
ha tenido un papel protagonista, mientras sí lo han tenido los jóvenes de la
llamada Resistencia. ¿Por qué está sucediendo esto?
Los
estudiantes de ahora son mejores y más valientes que nosotros. Pero ahora hay
mucha más gente protestando. Cuando nosotros salimos a la calle, la oposición
venezolana estaba pulverizada, políticamente en ruinas. También había más
medios libres y tuvimos mucha más cobertura. Ahora los estudiantes coexisten
con una oposición unida, fuerte y con mejor organización que entonces.
Con portavoces más calificados y con mayor popularidad. Es lógico que destaquen
menos, aun haciendo más. Pero para medir la calidad de estos jóvenes, no hay
sino que mirar la entrega y la valentía con la que se enfrentan a la represión.
Además, ahora ya no son sólo los universitarios, sino un verdadero ejército de
jóvenes de barrio (zonas populares), chamos [chicos] pobres en dinero y ricos
en dignidad, que enfrentan tanques con escudos de latón y que se han hecho
inmunes al gas y al odio. Este movimiento es mucho más grande que aquel.
Nuestro mayor rol en la historia de este país fue demostrar que es posible
ganarle al chavismo y haber inspirado y despertado la pasión por lo público en
los jóvenes detrás de nosotros, que nos exceden y nos superan.
¿Qué opina de la nueva sentencia del
Tribunal Supremo de Justicia, que amenaza con prisión en caso de trancas en sus
municipios a alcaldes de oposición, entre ellos su ex compañero del Movimiento
Estudiantil, el alcalde de El Hatillo, David Smolansky?
No sufrirán
ningún efecto. El TSJ pretende que los alcaldes le hagan el
trabajo sucio al Gobierno, reprimiendo a la población y masacrando a
los venezolanos. No hay ni el más mínimo riesgo de que alguien como mi hermanoDavid Smolansky,
por ejemplo, traicione a sus electores de esa manera. No,nuestros alcaldes están del lado correcto de la historia y allí
permanecerán, junto al pueblo, defendiendo la libertad.
En una carta que envió a la Asamblea
Nacional venezolana este año dijo que uno de los precios que debían pagar los
venezolanos por la justicia en su país era la renuncia a la venganza. ¿Qué hay
de los escraches?
Renuncio a la
venganza sin ninguna dificultad, porque mi prioridad es sentar las bases para
una transición pacífica hacia la democracia. Yo prefiero mil veces aferrarme
a las posibilidades de futuro que a los dolores del pasado. He
sufrido tanto como el que más en este país y por eso tengo moral para decirlo.
El chavismo perdió su oportunidad histórica porque en lugar de construir se
ocupó en tratar de aniquilar al contrario. Nosotros no haremos lo mismo. La
prioridad es erradicar la pobreza, dar seguridad a los venezolanos y
constitucionalizar el país. De los delitos cometidos se ocupará
la justicia, yo no perderé un solo minuto haciendo política por el retrovisor.
No estoy de acuerdo con los escraches,
porque aunque lo pudieran merecer, no creo en hacer justicia por mano propia.
El chavismo maltrata a mis hijos y yo no haré lo mismo, porque a mí me dieron
educación en mi casa.
Desde octubre de 2016 tiene boleta de
excarcelación pero sigue, según sus propias palabras, secuestrado. Con esta
nueva fase de lucha, ¿qué tan cerca o lejos ve su anhelada libertad?
Espero
recuperar mi libertad pronto, junto al resto de los venezolanos.