Enrique Prieto
Silva
Jueves, 31 de octubre de
2013
Hace tiempo que el fuero y la
justicia militar dejaron de ser privilegios de casta, aunque algunos no se han
enterado y siguen creyendo en ellos como parte de la cultura militar, engañados
con cantos de sirena, que siempre será un tema que exaltará la creencia en el
militarismo, que se une a “las bobadas militares” que referimos antes, y que,
quiérase o no, se abre a la reflexión de los que comulgan con este sentimiento
de hermandad y familiaridad, surgido en las aulas de “la casa de los sueños
azules”, hoy “cuna de la revolución bolivariana”.
El debate actual entre
militares, ya no es sobre ¿Para qué sirve el militar?, desvinculado de ¿Para qué
sirven las fuerzas armadas?, sino que se lleva a razonar sobre: ¿Qué debe ser un
militar?, desvinculándolo del acontecer político del país, ya que no hay dudas
de su depravación surgida, desde que muchos militares distorsionaron en su mente
el concepto que los condujo a formarse como integrantes de la Institución creada
para defensa de la patria y lo
transformaron en el de “forjadores y hacedores de patria”, que desgraciadamente
se apertrechó en quienes se creyeron “excluidos” del distorsionado “poder
militar”, que surgió en la mente de tozudos creyentes en que la igualdad social
es un derecho sin distingo de clases, méritos ni necesidades para el disfrute de
los bienes sociales, marginados de responsabilidad, capacidad y conocimiento.
“Una locura” como dijo alguien, quien considera “…complicadísimo
e insensible, hasta cruel, criticar a unos chiflados que con artimañas y
fraudes se
han hecho del control del manicomio revolucionario venezolano…”, y para quien,
“…la gente tiende a exculpar sus necedades y a sentir piedad por ellos…”, “…sin
importar los destrozos ni las zozobras que causan, ya que la tendencia popular
es sonreír y compadecerse ante la faena de los perturbaditos
rojos…”
Entre militares se habla de “inclusión”,
asumiendo la tesis de la igualdad en el comunismo, donde hay unos mas iguales
que otros, y donde la desgracia del “socialismo revolucionario” ha instaurado
entre nosotros la existencia de unos militares, mas militares que otros.
Desgraciadamente, valorados por el baremo de los mas mediocres, que considera la
intelectualidad como “perversidad social”, apartándose del concepto de
Justiniano: “Dar a cada quien lo que le corresponde”, que es el verdadero
concepto de justicia social. El Derecho no puede distorsionarse por la política,
sino al revés, la política debe ajustarse al Derecho, ya que es del mismo
Derecho de donde se deriva el Poder, que nunca puede estar por encima de
él.
En lo
militar, muchos piensan que la justicia es el poder de los tribunales, amoldados
al designio de “difunto eterno”, quien sin ponerse a derecho por sus
malignidades delictivas, quiso asumir el estigma de su mentor cubano de que “la
historia me absolverá”. A la vista está, que la historia lo está castigando con
una patria en tinieblas y hambre, a pesar de las mieles que brotaron del mana
peteóleo.
El tema es apasionante y olvidábamos el mensaje a
la almirante en jefe ministro de la defensa. El poder, ni aun el divino, puede
servir para la discriminación. Usted ha discriminado a sus formadores como
militar, que estamos en retiro antes de la promoción de su “comandante eterno”
(2004) y nos considera menos militares, al negarnos el derecho a la igualdad
salarial y pensión, conforme a la Constitución y a la Ley. Nosotrros hicimos la
Ley para la igualdad y usted en “revolución” la viola con la discriminicación.
¿Es eso justicia militar?