Es martes de Carnaval. Manuela se pasea por la casa mientras su madre, Lilian Tintori, concede una entrevista. Lo normal sería ver a Manuela disfrazada, jugando a ser una princesa, con su hermano Leopoldo Santiago, quizá, pretendiendo ser superhéroe.
La niña sale y hace muecas a la cámara fotográfica, pues está acostumbrada a la atención. Para ella la entrevista es lo normal, no el disfraz. La ausencia de su padre, Leopoldo López, también es normal. Esa ausencia alcanza hoy un año. Cuando su madre sale de casa, la niña pregunta: “¿Vas a ir a luchar por Venezuela?”.
—Imagine que han pasado muchos años y sus hijos Manuela y Leopoldo leen esto. ¿Qué quiere que lean?
Tintori baja la mirada. Sus ojos se llenan de lágrimas. Unos segundos después, con voz entrecortada, responde:
—Que todo esto es por amor a ellos. Mis niñitos… Que esto va a valer la pena y cada día que pasa, su papá está preso para regalarles un mejor país. Leopoldo lo dice: “Prefiero explicarles por qué estoy preso que explicarles por qué no tienen país”. Yo les digo: cada vez que no me vieron en la casa, que me fui de viaje y me extrañan, es porque estoy alzando la voz del venezolano. Espero que entiendan.
—¿Pensó que Leopoldo López estaría un año preso?
—
Nunca nos pusimos tiempo. El motivo por el que Leopoldo da la cara, en vez de quedarse en clandestinidad o irse al exilio, es precisamente lograr un cambio constitucional en el país. Un año después, el país está peor. Tenemos una fuerte crisis social, económica, política y estamos al borde de una crisis humanitaria. Nunca nos pusimos tiempo porque sabemos que el cambio no va a ser de un día para otro. Leopoldo siempre me lo dice: “El tiempo que sea necesario para transformar la triste realidad de los venezolanos”.
—¿Él no se arrepiente de haberse entregado?
—No.
—¿Y usted?
—Tampoco. Lo apoyaré hasta el final.
—¿No hubiese sido más útil desde la clandestinidad o el exilio?
—No. Estar en clandestinidad es muy peligroso. No iba a poder ver a sus hijos ni a su familia. Tienes el riesgo de que te encuentren y te maten. Salir del país, menos. Leopoldo iba a ser un preso de su alma si salía de Venezuela. Está libre dentro de su celda.
—¿Por qué denunció que la vida de López corre peligro?
—Porque él representa un cambio, la fe, la esperanza; y Nicolás Maduro lo sabe, por eso lo tiene preso, con un juicio lleno de vicios y aislado. A Leopoldo lo quieren eliminar, pero está vivo; está preso, no muerto. Me preocupa que el coronel Homero Miranda haya permitido torturas. El coronel no está preparado para cuidar a 150 reos en una cárcel militar. Actúa de forma descontrolada, por eso temo por una orden suya contra Leopoldo.
—¿No teme que la presión internacional pierda efecto?
—Cada vez que le quitan las visitas a Leopoldo, o le allanan la celda, es por retaliación al éxito internacional por la defensa de los derechos humanos que hemos hecho. La gente se empieza a dar cuenta de cómo está el país. En algunos lugares me han tratado bien. En otros había maltrato, estaban bloqueados, pero eso ha cambiado.
—¿Quiénes?
–Las embajadas en Latinoamérica; la OEA y su secretario general, José Miguel Insulza.
—¿No pierde fuerza la presión?
—No. Falta mucho. Estoy segura de que vienen más pronunciamientos. El caso de Leopoldo es hoy, me lo dijo Irwin Cotler (ex ministro de Justicia de Canadá), el caso de derechos humanos más notorio en el mundo. Leopoldo representa a 61 presos políticos del 2014 y a los 100 de Venezuela. Los tenemos que liberar a todos. Ya nadie cree que Maduro es un demócrata ni que Hugo Chávez lo fue. También creían que la oposición estaba desunida, y no es así. La unidad está firme. A los compañeros de la unidad les digo: admiro su lucha y cuentan conmigo.
—¿Cuál ha sido el día más difícil desde hace un año?
—Todos los días han sido difíciles. Él no tiene que estar preso. A mí me ha tocado criar a mis hijos, explicar por qué no regresa a casa.
—¿El cambio se logrará con la renuncia?
—Eso es lo que tiene que hacer Maduro si ama a Venezuela. No pudo con el país, lo quebró. La renuncia es una vía constitucional. Luego viene una transición constitucional. Leopoldo no cree en golpes, disturbios ni desastres. No. Es ir a las urnas y votar.
—¿Aceptaría ser candidata a la Asamblea Nacional?
—No. Siempre estaré al lado de Leopoldo.
—¿Y Leopoldo López?
–Tampoco. Él tiene una visión muy amplia de la situación venezolana. Hay muchos líderes que pueden asumir esa responsabilidad.
—Imagine que su esposo sale. ¿Qué es lo primero que harían?
—(Risas) Recorrer el país…
—¿Sin descanso? ¿Ni un día en la casa?
—(Risas) ¡Eso es lo que él quiere! Aunque por lo menos un fin de semana en la casa con sus hijos tendría que tomarse. Pero recorrer el país y después llevarlo a todos los lugares a los que he ido afuera para darles las gracias a todos los que se pronunciaron a favor de él… ¿Tú crees que eso va a ser pronto?
A vestir a Venezuela de blanco
Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, invitó a los venezolanos a vestirse de blanco hoy, cuando se cumple un año del encarcelamiento del dirigente: “Escriban en un pañuelo blanco, en una tela blanca, sus deseos de paz y colóquenlo en una ventana, en los edificios, en las calles”.
Simultáneamente, Voluntad Popular invitó a los venezolanos a concentrarse a las 10:00 am en la plaza José Martí de Chacaíto, justo donde López pronunció su último discurso antes de entregarse.
A Tintori se le preguntó si no teme que, por la represión del gobierno, pocas personas asistan al acto. Dijo que no siente temor, pero entiende a quien lo haga: “¿Cómo vas a querer salir si se aprobó una resolución que permite el uso de armas de fuego contra protestas? Yo entiendo a la gente. Por eso pido que la protesta de hoy también sea desde sus casas: que saquen un pañuelo blanco por la ventana. Eso significa paz, justicia y libertad. Sueño con ver edificios, avenidas y barrios completos de blanco”.
Freddy Guevara, dirigente del partido, dijo que a Chacaíto asistirán los padres de López; los principales dirigentes de la oposición, como Henrique Capriles y María Corina Machado, y familiares de jóvenes que murieron por las protestas.